martes, 28 de abril de 2015

Fracaso escolar: ¿Se puede salvar el curso? (y II)

En nuestra anterior entrada, Fracaso escolar: ¿Se puede salvar el curso? (I)  hablamos del tiempo y el lugar de estudio adecuados para mejorar los resultados y conseguir remontar una posible situación de fracaso escolar. Nos quedan ahora dos aspectos más a tratar:

3.- ¿Qué? La materia de estudio

Evidentemente, las materias o asignaturas a reforzar son aquéllas que se han suspendido. Pero, además, es muy fácil que el estudiante dedique esas asignaturas menos tiempo que a las demás, precisamente porque se le dan mal, no le gustan, les tiene manía... Y es necesario que comprenda que, por esa dificultad o esa manía, tiene que dedicarles más tiempo, más esfuerzo y más concentración. Por supuesto, es importante saber en qué falla en cada materia suspensa: podría ser en el planteamiento de problemas (Matemáticas, Física, Química...), en la correcta memorización o en la relación entre los contenidos memorizados (Geografía, Historia...), en la falta de comprensión de estructuras gramaticales o en la pronunciación (Francés, Inglés...). No se trata sólo de estudiar más, sino de saber qué hay que estudiar más. Y para ayudarnos a descubrirlo, nada mejor que los profesores que evalúan con frecuencia a nuestros hijos y saben en qué fallan habitualmente.

4.- ¿Cómo? Las técnicas de estudio

En los centros docentes se suelen dedicar bastantes sesiones a lo largo de diferentes cursos a las técnicas de estudio más habituales: subrayado, resúmenes, esquemas, mapas conceptuales, etc. No vamos a detenernos en ellas, pues es fácil encontrar referencias en Internet. En lo que vamos a insistir es en la conveniencia de mirar despacio el libro de texto, sobre todo las páginas del principio y el final del libro, así como la primera y la última de cada tema, porque es frecuente que encontremos precisamente algún esquema o mapa conceptual, los contenidos más importantes de la unidad, etc., que los estudiantes muchas veces pasan por alto, pero que pueden dar pistas importantes y simplificar el trabajo.
Imagen de es.123rf.com

Se pueden, además, buscar otras técnicas alternativas: el sistema Leitner, las clásicas reglas mnemotécnicas para aprender determinados contenidos memorísticos , el método Pomodoro de distribución del tiempo (adaptado para adolescentes, pues el método puro puede resultar demasiado rígido) y muchas más. Lo importante es encontrar una que ayude a superar las debilidades de nuestro hijo.

Aparte de estos cuatro puntos, una duda que se suele plantear con frecuencia es: ¿academia o profesor particular? Cuando los hijos van creciendo y los contenidos van siendo más avanzados, muchos padres no estamos ya en condiciones de ayudar a nuestros hijos. Por poner un ejemplo: ¿quién se acuerda de la formulación química? ¿O de los problemas de movimiento uniformemente acelerado? O simplemente no contamos con el tiempo necesario o la paciencia que se requiere. En estas circunstancias podemos decidir que es mejor un apoyo externo que ayude a nuestro hijo. Pero a estas alturas de curso, con menos de dos meses para "salvarlo", si optamos por ese apoyo externo, nuestra recomendación es un profesor particular, que se adapte a las peculiaridades de nuestro hijo o hija y le ayude a reforzar sus debilidades, más que una academia que tenga un grupo de alumnos amplio y les dé contenidos más generales. Las academias pueden ser útiles a lo largo de todo el curso, pero, como refuerzo de emergencia, no nos parecen lo más adecuado.

Para terminar, insistimos en que estos consejos son adecuados para estudiantes con pocas asignaturas suspensas. Pasando de tres o cuatro, probablemente lo más sensato sea seleccionar qué asignaturas se van a intentar en junio y cuáles pueden "aplazarse" para reforzarlas en verano. ¿Y cuáles son las menos problemáticas para estudiar en verano? Pues depende de cada persona y de lo que se le dé mejor o peor. Pero en la educación de nuestros hijos, la orientación del tutor y puede ser muy valiosa. Y cuanto antes, mejor.