lunes, 5 de agosto de 2013

El movimiento "Slow" y otras ideas para frenar a tiempo


Acaba la jornada en la oficina, recojo a la niña, la llevo a clase de inglés, mientras, yo tengo la de aerobic, la recojo otra vez, conduzco hasta casa pero, por el camino, aprovecho para parar un momento en el supermercado y hacer la compra más urgente, llegamos a casa, ducha de la niña y mía, preparo la cena, recojo trastos mientras se la come, se lava los dientes, le leo un cuento, niña a dormir, cenamos los mayores, luego queda un trabajo por terminar que me llevé de la oficina, lo termino, veo un poco la tele, se me cierran los ojos en el sofá... A las 12:30 a la cama, a las 6:30 suena el despertador y vuelta a empezar!!!

La vida muchas veces se acaba convirtiendo en un sucesión de actividades a un ritmo frenético: corremos para esto, para lo otro, corremos, corremos, corremos y muchas veces no sabemos ni por qué corremos tanto. Y claro, todo eso supone una montaña de agobio y estrés, que intentamos romper en vacaciones. Quince días o un mes para "recargar las pilas" y volver a lo de siempre.
Imagen de "The Times of India"

Sin embargo, hay gente que ve la vida de otra manera, que procura ir más despacio, siempre que no sea imprescindible la velocidad, vivir en un entorno más sostenible y más humano, tomarse más tiempo para disfrutar cada momento, una comida pausada, una café y una charla con amigos o familiares... Cientos de miles de personas en todo el mundo se agrupan (mediante organizaciones locales, nacionales e internacionales) en el llamado "Movimiento Slow" (lento), que surgió hace algunos años.

En 1986, el periodista Carlo Petrini, al observar la apertura de un establecimiento de comida rápida en la Plaza de España, en Roma, reaccionó contra la americanización de las costumbres europeas y la "fast food" y fundó en Bra (Italia) la asociación ArgiGola, origen del movimiento Slow Food. Este movimiento no se refiere exclusivamente al hecho de comer, sino a todo lo relacionado con los alimentos, desde la semilla en el caso de vegetales, al proceso de producción, cocinado y, finalmente, su ingestión. Como exponen en www.movimientoslow.com: "La idea era simple; proteger los productos estacionales, frescos y autóctonos del acoso de la comida rápida y defender los intereses de los productos locales, siempre en un régimen sostenible, a través del culto a la diversidad, alertando de los peligros evidentes de la explotación intensiva de la tierra con fines comerciales."

El movimiento Slow fue proyectándose a otros ámbitos de la vida, como:
  • Slow work (trabajo lento): trabajar menos horas implica menos estrés, cansancio, enfermedades y, por tanto, más productividad, capacidad de concentración y satisfacción personal.
  • Slow schooling (escolarización lenta):  eliminar la competitividad en las escuelas, ralentizar el ritmo de aprendizaje, aprovechar el juego y la interacción, llevan a niños más felices y que aprenden mejor.
  • Slow sex (sexo lento): la desaceleración de las relaciones amorosas, retomar el juego de la seducción, cuidar el escenario, ambiente (música, olores, iluminación...), mejora la calidad de las relaciones sexuales en nuestra sociedad.
  • Slow cities (ciudades lentas): las ciudades Slow conjugan modernidad y tradición mediante la ordenación del tráfico, la creación de espacios peatonales, el control del ruido, el impulso al pequeño comercio frente a las grandes superficies, etc., creando un ambiente urbano más equilibrado y habitable.

Conviene aclarar que el movimiento Slow no promueve que todo se haga despacio, sino que para cada actividad nos tomemos el tiempo preciso para obtener los mejores resultados o la máxima satisfacción, que la realicemos viviéndola plenamente. Además asume otros valores como la ecología y el desarrollo sostenible.
El caracol, símbolo del movimiento Slow

No es que desde este blog apoyemos incondicionalmente este movimiento en concreto (ni tampoco que lo rechacemos), pero sí queremos que aproveches para reflexionar sobre el estrés y la forma de vida que llevas durante el resto del año. ¿Cuántas veces un estado de angustia, una depresión, un nivel elevado de riesgo cardiovascular, unos malos hábitos alimenticios, etc., tienen que ver con el estrés acumulado y la sensación de pérdida de control?  Si sientes que con frecuencia te falta tiempo y, a veces, hasta parece que te falta aire, puede ser un buen momento para "echar el freno" y buscar otra forma de hacer las cosas con menos prisa y más armonía. Hay gente que aprovecha los días de vacaciones para quitarse el reloj y no estar, así, condicionado por las prisas. Es una buena idea. Otros aprovechan para disfrutar del paisaje o la comida, mirar las Perseidas, retomar relaciones personales o familiares algo abandonadas durante el año... Diferentes actividades que nos resultan sumamente gratas, pero que a la vuelta de vacaciones se dejan otra vez de lado.

Por eso, desde Clínica Panaderos te deseamos que disfrutes las vacaciones y, por qué no, que aproveches para fijarte en pequeños "trocitos de vacaciones" que puedas aprovechar durante todo el año: un rato sin reloj durante el fin de semana, una comida o cena "Slow" con los amigos una vez al mes, una tarde jugando con los niños sin tele y sin aparatos electrónicos, asomarte a esos rincones de tu ciudad o pueblo casi desconocidos u olvidados... Detalles que te permitan frenar y, a la vez, ayuden a que tu nivel de estrés se mantenga por debajo de esa línea a partir de la cual dar un frenazo no es cuestión ya de voluntad, sino de necesidad o emergencia.

Seguro que así disfrutarás de una vida mucho más plena y feliz. Al fin y al cabo, la felicidad no es "algo que sucede", sino, en buena medida, una opción personal.

Felices vacaciones

Clínica Panaderos - Área de Psicología